Por lo que atañe a la asociación de
Villa Real. La tradición apócrifa, recogida en un preámbulo de los Estatutos de
1792, cuajado de anacronismos e inexactitudes de todo tipo, puntualiza que en
el año 1243 de la Era, estando Fernando III en Pozo Seco, tuvo noticia del robo
a su comitiva en el puerto del Milagro (Toledo), camino de Andalucía.
Espoleado por
este incidente, ordenó a don Gil que sus dependientes preservasen en adelante
este área de los forajidos; el propio don Gil se encargaría del yermo en torno
a Pozo Seco —futura Villa Real—, enviando a sus dos hijos, Pascual Ballesteros
y Miguel Turro, a velar el primero los Montes de Toledo y el segundo a hacer lo
propio en la Jara talaverana, pues era inexcusable el que “con algunos otros caballeros
y labradores se empleasen en extinguir los citados golfines, corno ya estaban practicando”.
De esta manera, se conciliaba el origen en Villa Real del Triple Instituto
con el pronto respaldo regio a dichas corporaciones, lo que daba mayor prestigio
ante un Consejo de Castilla que por entonces cuestionaba la posibilidad de su
abolición, sin olvidar de hacer patente la primacía de la entidad manchega
sobre el resto de los tribunales coaligados.
Pero esta
hipótesis, basada en una tradición apócrifa de dudosa autenticidad, ya recogida
en las Ordenanza de la Hermandad de Villa Real de 1435, tal vez con el larvado
propósito de acallar las protestas de los pecheros ante el monopolio
oligárquico de los oficios más preeminentes de la corporación, es poco verosímil.
Aunque existen ciertos paralelismos toponímicos en el área de la Jara con el
nombre de los magnates de Pozo Seco, parece improbable que en Toledo y Talavera
se aceptase la supeditación a caballeros de cuantía forasteros de un rango tan
poco elevado. Tampoco hay que menospreciar el hecho de que cualquier referencia
a estos supuestos orígenes son ignorados por las Hermandades toledanas,
citándose únicamente en todas ellas al famoso golfín Carchena y sus correrías
por la Jara, ya en pleno siglo XIV.
Comúnmente se
ha aceptado que la entidad de Villa Real seria posterior a sus homónimas de
allende del Tajo basándose principalmente en dos argumentos: la unidad de
toledanos y talaveranos formalizada en 1300, a la que se sumarían los manchegos
dos años después; y las cartas de privilegio de 1220, ya mencionada, junto a la
de 17 de junio de 1173, en la que se excusaba a los saeteros de Talavera de
tributar, debido a la fidelidad mostrada ante las incursiones musulmanas. Por otro
lado, el tribunal de Toledo siempre esgrimió la sobrecarta de 1220 para
justificar una preponderancia jerárquica cimentada sobre la calidad de sus
miembros.
MEMORIA
PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR
PRESENTADA
POR
Miguel
Fernando Gómez Vozmediano
Difícil
es determinar cuando se le concedió a Don Gil, el privilegio de incorporar a
sus posesiones, si es que las tenía, la
aldea de Pozuelo y desde cuando pasa a llamarse Pozuelo de Don Gil, todo apunta
a que fue por denominación popular ya que si fue él quien costeó un pozo que abasteciera
de agua una zona en la que supuestamente escaseaba, lógicamente fue un
acontecimiento notable.
Lo cierto es que pertenecía al término de
Alarcos y que con la presencia de aquel “rico home” sufre su primera variación
toponímica.
“Santa María de Alarcos”. Jorge Sánchez Lillo
La
leyenda de los Golfines
Algunos
sitúan su procedencia en tierras galas relacionándolos con los Delfines de
Francia, de una derivación del apellido Holguín como explica esta vieja
coplilla que dice: “Aquellos de
aquellas flores / son los que llaman Holguines / que en Francia fueron mayores
/ pues vienen de los Delfines / de quien tomaron valores.” Otros
explican que etimológicamente podía provenir de la palabra Wolf o Wulf, lobo en
antiguo sajón y la última les dan unos orígenes de pillaje y robo, he aquí esa
historia.
Después de
la cruzada contra los moros promovida por el rey Alfonso VIII de Castilla en el
año 1212 d.C., muchos guerreros del centro de Europa que les habían acompañado
decidieron establecerse en la península. Algunos de estos guerreros, al carecer
ya de oficio y sin medios de sustentación, aprovecharon ésta época de
inseguridad originada por las disputas por la sucesión al trono, para saquear
en caminos y robar ganado, sobre todo ovejas merinas, sembrando el terror por
tierras entre el Tajo y Sierra Morena. A estos caballeros, diestros en armas
que se hicieron inmensamente ricos y fundaron numerosas casas fuertes, se les
denominaba golfines y llegaron tener su propio rey “Carchena”.
Por aquel
entonces, el Concejo, principal órgano de gobierno de la villa de Cáceres, se
reunía a la salida de misa matinal, en Plaza de Santa María, a las puertas de
la iglesia, donde resolvía sobre todo pleitos y disputas cotidianas de la
villa, y también los asuntos correspondientes al Honrado Concejo de la Mesta,
organización de ganaderos muy poderosa en aquella época, que defendía a sus
miembros cuando los ganados trashumantes se desplazaban por las cañadas reales,
donde las dehesas de Cáceres eran de las más importantes.
En una de
esas reuniones para intentar poner remedio a los continuos pillajes de ovejas
merinas, se hallaba don Gómez Tello, Alcalde de Cáceres y uno de los doce
Hombres Buenos que formaban el Concejo de la Villa, y dijo:
“Ante
tantas actuaciones de los llamados golfines, alterando el orden en nuestros
caminos, campos y montes, saqueando y robando el ganado de nuestros pastores y
de los rebaños trashumantes, debemos por ello movilizarnos y perseguir dichos
delitos y con la ayuda de la Hermandad de los Montes darles captura y digna
justicia según costumbre antigua.” -Y así quedó dicho.-
Pero ello
aquí, que cerca, escuchando todo lo que en la reunión se había expuesto, pues
era pública y abierta, se hallaba espiando y tramando su próxima fechoría, uno
de los capitanes de los llamados golfines, de nombre Alfón Pérez. Y al término
de la sesión, siguió de cerca a don Gómez Tello, no sabemos bien con qué
intención, pero ésta se vio interrumpida porque al encuentro del Alcalde salió
una joven y bella dama, y el capitán al mismo instante de verla
quedó prendado de ella. Esa joven dama no era otra si no la hija de Gómez Tello,
de nombre María.
El ladrón
y asaltador de caminos, siguió volviendo frecuentemente a la villa, y mediante
encuentros casuales fue cortejando a la hermosa doncella de grandes ojos y
cabellos negros. Poco a poco el amor iba floreciendo entre el capitán de
bandoleros y la hija del alcalde. Hasta que un día María se confiesa a su
padre:
“Padre, es
para mí una alegría darte la noticia de que estoy enamorada, mas siento
tristeza por ti pues ese joven caballero lleva por nombre Alfón Pérez.”
El padre al
darse cuenta de quién era, o sea un golfín, entro en cólera, y le respondió:
“Hija mía,
a vos prohíbo volver a ver a es golfín, ese hombre que decís amar es un ladrón
y un rufián y sólo busca tu perdición, tu deshonra.”
El
respetado alcalde, no estaba dispuesto a que su dulce hija casara con personaje
de tal calaña.
Pero la
joven doncella que correspondía fervientemente a su amor y el capitán bandolero
que le prometió que no nunca renunciaría a ella, se personó una mañana en la
casa del alcalde dispuesto a pedir la mano de su amada:
“Ante vos
me presento con las manos abierta y como única arma mi corazón, espero no
ofenderle ni avasallarle por mi osadía, más cuando vengo de sincero y puro a
pediros la mano de vuestra hija, y si no me la dierais muerto o preso he de
yacer, dios mediante.”
Ante tan
imprevisible suceso, Gómez Tello, como persona sensata y por amor a su hija
María, aunque creyendo que el bandolero no lo cumpliría le espetó:
“Te doy mi
consentimiento y bendición para que cortejes a mi hija, pero antes deberás
limpiar tu nombre, reconocer a la autoridad y ennoblecer tu sangre, ganándote
el respeto del rey, la nobleza y el pueblo. Cuenta para ello con mi prestigio y
rango social, y cumplido esos requisitos formaras parte de mi familia a través
de dichos esponsales.”
“Sean Dios
y vos testigos de mi juramento, que así lo haré, por el amor
que procedo a su hija María.”- Respondió el capitán de bandoleros.-
Así
gracias a la intercesión de don Gómez Tello ante el Concejo, a la política
pacificadora iniciada por la Corona, que concedió el perdón a algunos Golfines
a cambio del apoyo a determinados reyes o villas y sobre todo al amor de su
amada; como el rufián Alfón Pérez pasó a ser Alfón Pérez Golfín, un
hombre respetado, un luchador honorable y por su valor en el campo de batalla
fue dignamente recompensado con títulos y bienes.
Don Alfón
Pérez Golfín, primer Golfín cacereño, y doña María Gómez Tello se desposaron en
la villa de Cáceres, establecieron su residencia sobre el antiguo hogar de los
Gómez Tello, hoy Palacio de los Golfines de Abajo, y tuvieron varios
hijos, dando así comienzo a uno de los linajes más ilustre de la nobleza
cacereña
Escrito
por: Jesús Sierra
Fuentes: Antonio Bueno
Flores
José
R. García Arroyo
Mª José García Berzosa
Patricia
Edwards Rokowski
Francisco
Acedo
José
M. Sánchez Benito
Uno de los problemas que preocupaban al rey Alfonso X el sabio era
precisamente las relaciones con las Ordenes Militares de Santiago, San Juan y,
sobre todo, con el Maestre de Calatrava cuyos dominios eran enormes, no se
podía pasar desde Toledo a Córdoba por los camino más transitables sin que
forzosamente se hiciera posada en territorios de las Ordenes Militares y muy
especialmente en los de Calatrava. Alfonso X El Sabio conocía la realidad y la
importancia de ello y era lógico que pensara en fundar una villa independiente
y fiel a la corona de Castilla. Y otorgando fueros y privilegios, hace llamar a
las gentes de estas tierras y de todos sus reinos para que acudiese a repoblar
Alarcos.
Hacia mediados de enero de 1254
Alfonso X
-”Otorgo e doi e franqueo a todos los cristianos
pobladores que moran en Alarcos de
los muros adentro…; de todo pecho,
de todo pedido, salvando ende, moneda fonsadera e yantar…; esta merced les hago para que pueblen bien
mi villa de Alarcos”
-“Otorgo y doy y concedo con generosidad y libero de
tributo a todos los cristianos pobladores que viven en Alarcos de los muros adentro…; de todo pacto, de todo donativo (al reino), exceptuando
de esto, tributo por gasto de guerra
y tránsito real…” esta gracia o dádiva les hago para que pueblen bien
mi villa de Alarcos”
Sin embargo, todo intento de poblamiento de Alarcos fue inútil; así lo
reconoce el propio rey cuando otorga la Carta Puebla fundacional: (Burgos, 20
de febrero de 1255)
“Santa María de Alarcos”. Jorge Sánchez Lillo
Cabe
destacar los trabajos de Luis Rafael Villegas sobre el urbanismo medieval de
Ciudad Real y sobre la Edad Media en esta ciudad; En la Historia de Ciudad
Real, al contrario de lo que ocurre en otros muchos temas de la Historia,
tenemos una fecha concreta para su principio. Esa fecha es 1255, el año de la fundación
de dicha ciudad por Alfonso X, bajo el nombre de Villa Real. Esto lo señala la Carta
Puebla recogida en el Archivo del Ayuntamiento de Ciudad Real: «XX días andados
del mes de Febrero en era de mil é doscientos é noventa é tres annos en el anno».
A la fecha dada hay que restarle 38 años por estar expresada en era hispánica,
lo que nos da 1255. Pero la historia de Ciudad Real, como se aprecia en la
misma Carta Puebla, está ligada a la de Alarcos, pues Alfonso X decide
construir una nueva ciudad ante la imposibilidad de repoblar el cerro. Pero la
nueva ciudad no se va a fundar en un sitio despoblado, sino sobre una aldea de Alarcos:
Pozuelo de Don Gil (<<mandela poblar en aquel lugar que dicen el Pozuelo
de D. Gil»). De esa aldea son pocos los testimonios que nos quedan.
Delgado Merchán nos señala que existía por lo menos desde 1242, cuando
se documenta que en esa aldea se produjeron las vistas entre Fernando III y su
madre Berenguela. También nos señala que existía desde hacía tiempo una
emigración desde Alarcos a esa aldea y de la existencia de Don Gil como un
«rico homne» de Castilla. La existencia de Pozuelo de Don Gil está confirmada
por los documentos fundacionales de Villa Real, pero ¿dónde situar esta aldea? La
tradición ha señalado como centro de dicha aldea la actual Plaza del Pilar,
pero Villegas señala que ese no sería el centro, sino más al Oeste, alrededor
de la iglesia de Santa María, actual catedral y posible antiguo centro de la
aldea primitiva. Ocuparía las zonas de las calles Real, Reyes, Caballeros,
Infantes… Además Hervás y Buendía nos aporta el dato de que la plaza del Pilar
no existía hasta 1505, cuando el concejo compró unas casas con sus solares para
formar dicha plaza. Parece que no había
en ese lugar ningún elemento significativo, tan solo un pilón, que indicaba el
centro del núcleo primitivo, porlo0 que es más probable que el Pozuelo de Don
Gil se extendiera alrededor de la antigua iglesia de Santa María.
Como
hemos señalado, la fundación de Villa Real en 1255 es uno de los hechos más destacados
y estudiados. Son muchas las teorías que se barajaban sobre las razones por las
que se erigió esta ciudad. La propia Carta Puebla nos señala como razón la
imposibilidad de repoblar Alarcos (<<Después que fuy Rey fuy en Alarcos é
vÍ el castiello é la villa é oviera voluntad de poblallo é facer hy gran villa
é bona é porvé de facerlo por todas guisas é non pude e fallé que assí lo provaron los otros Reyes que fueron antes de mí é
non pudieron», porque “ca era lugar muy doliente é por ningúnalgo nin por
franquicia y fincar ca non hy podían vivir ca se pierden de muerte”,
determinando “por bien pues que aquel logar (Alarcos) seermanabaque la tierra
non se ermase e quis que oviera hy una gran villa é bona que corriesen todos
por fuero eque fuesse cabeça de toda aquella tierra é mandela poblar en aquel
lugar que dicen el Pozuelo de D. Gil, e pusele nombre Real; y yo,”Rey Alfonso
otórgoles é doles para siempre jamás e a todos los moradores que fuesen en esta
Villa-Real la sobre dicha é en todo su término que hayan el fuero de Cuenca en
todas cosas»).
Esta
sería la causa última por la que se fundó Villa Real, pues parece que una obra
de este calibre debe obedecer a razones más profundas, aunque sin olvidar esta.
Villegas nos ofrece las cuatro teorías que se habían propuesto antes de la
aportación de su tesis doctoral. La primera era la de bastión defensivo para
proteger Toledo de los ataques musulmanes; la segunda, de mermar el poder de la
Orden de Calatrava; la tercera, ser un islote de apoyo a las acciones contra
Al-Ándalus; y la cuarta, repoblar el territorio. Villegas desmonta todas estas
hipótesis señalando que no hay problemas a mediados del siglo XIII con los
musulmanes para proteger Toledo, que la repoblación se solía encomendar a las Órdenes
Militares, que las acciones contra AI-Ándalus no son tantas como para situar un
islote como Villa Real, y que para mermar el poder de la Orden de Calatrava en
la zona no es necesario construir una ciudad, hubiera bastado con las pequeñas
aldeas que ya había.
No obstante, los testimonios que tenemos de la muralla y de las puertas
de acceso también contribuyen a eliminar algunas de estas hipótesis, pues se
desecha por completo la función defensiva de Villa Real. Hay testimonios de que
todavía a fines del siglo XIII se estaba trabajando en ella, lo que nos indica
que la función defensiva no parece ser la más destacada. Además si fuese un
recinto defensivo, no se hubiese elegido un lugar tan llano, donde las
posibilidades de defensas naturales son escasas, ni un perímetro tan grande
para el recinto defensivo, ya que para defenderlo se necesitaría una gran
guarnición. La función defensiva de la muralla no es válida, por lo que las
razones defensivo-militares para explicar la fundación de Villa Real no se
pueden admitir.
Entre los motivos de qué llevan a la fundación de
Villa Real, Villegas ve claro el matiz político-económico. Es un proyecto que
ha diseñado Alfonso X meditándolo, no es un elemento más de la repoblación. Si
hubiese sido solo eso, se hubiera limitado a cambiar el estatuto jurídico; pero
lo que hace es reorganizar el territorio (muralla, trazado de calles, delimitación
del alfoz...), e incluso cambiar elementos visibles y simbólicos, como son el nombre.
La finalidad de Alfonso X es fundar una ciudad en el corazón de una zona controlada
por las Órdenes Militares, pues no debernos olvidar que, aunque Calatrava es la
predominante en la zona, la Orden de Santiago tiene fuerte presencia en la
Mancha a principios del siglo XIII. Por tanto, el matiz político en la
fundación de Villa Real es de enfrentamiento con la Orden de Calatrava: existía
una enemistad entre esta y Alfonso X porque la labor conquistadora de este era
escasa, lo que perjudicaba a una economía de frontera como era la de la Orden
de Calatrava. Las relaciones con esta orden militar empeorarían tras la fundación
de la ciudad. El matiz económico viene dado por la importancia de la zona donde
se asentará la nueva ciudad como núcleo importante en el transporte de
mercancías, es decir, como nudo comercial, algo que analizaremos en otros apartados.
Sin embargo, sin olvidar la importancia del comercio, la vida económica de la ciudad
tiene en la industria su máximo potencial, en especial la textil, es decir, en
la nueva ciudad destacaba más la industria que el comercio. No debemos olvidar
que bajo el reinado de Alfonso X se potencia la Mesta, institucionalizándola,
por lo que es fácil ver la relación entre la potenciación de esta nueva
institución y la industria textil, principal actividad económica en Ciudad Real
a lo largo de la Edad Media.
Por último, también se debe relacionar la
fundación de Villa Real con la realidad de la época. La fundación de Villa Real
obedece a la tarea repobladora de Alfonso X, que no solo se basaba en
colonizaciones, sino en perfeccionar y completar el doblamiento de tierras repobladas
anteriormente, teniendo gran importancia dos elementos: reagrupamiento para crear
una red urbana y la presencia del realengo en territorios de fuerte presencia
señorial o de Órdenes Militares.
CUADERNOS
DE ESTUDIOS MANCHEGOS, 37
PP.
47-73, 2012
ISSN:
0526-2623
CIUDAD
REAL. NÚCLEO URBANO MEDIEVAL
ANTONIO
TOMÁS ANAYA FERNÁNDEZ