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lunes, 6 de marzo de 2017

LA EXPEDICIÓN A PUNT

LA EXPEDICIÓN A PUNT

     "La ambiciosa reina Hatshepsut apostaba por la expansión hacia el mar Rojo y el Mediterráneo, viendo claramente las posibilidades de enriquecimiento de Egipto.
        Entre muchas de las actuaciones navales que impulsó, destaca la orden de transportar unos barcos construidos especialmente para ello del Nilo al mar Rojo. En los relieves de Deir el Bahri se pueden ver representados estos barcos, de líneas marineras y que mostraban un gran perfeccionamiento de la construcción naval. 
        En el año 1482 a.C., cuando la reina hubo reunido en el mar Rojo un buen número de naves, ordenó que emprendieran una expedición a la lejana tierra de Punt, probablemente  la actual Somalia, a unos 8.000km. de Alejandría para abastecerse de oro, mirra y marfil.

        La expedición a Punt fue un éxito y propició la apertura al mar Rojo de los navegantes egipcios, también mejoró sus posibilidades de expansión comercial hacia los pueblos del este. En los relieves de Deir el Bahri, pueden verse representadas cinco naves que entran a puerto y cinco que zarpan con un cargamento de maderas, incienso, marfil, ébano, oro, monos, y galgos, mercancías que dan una idea del tipo de comercio que se realizaba con aquel reino de Punt."
Bibliografía
SANTÍSIMA TRINIDAD
HISTORIA DE LA NAVEGACIÓN
Ediciones Altaya, S.A.


        Tuvo que ser tan importante esta acción para la posición de Hatshepsut, que no dudó en decorar gran parte de las paredes del Dyeser-Dyeseru con escenas de aquel mágico periplo por el que sería recordada durante mucho tiempo por la población llana. No sólo fue un éxito al conseguir importar la preciosa mirra a Egipto, sino que trajo extrañas especies animales antes nunca vistas y generosos cargamentos de oro, marfil, ébano y otras maderas preciosas que enriquecieron considerablemente las arcas reales y las de los templos.

         Aun así, es extraño que Hatshepsut pusiera tanto empeño en promocionar el viaje a Punt, un país que se conocía ya desde la época de las pirámides, y sólo puede explicarse como una parte más de la intensa propaganda que distribuyó por el Dyeser-Dyeseru y por otros lugares del país con el único fin de legitimar su posición. Sin lugar a dudas, en aquel momento de su reinado, con la inauguración de su hermoso templo y el regreso de los viajeros del Punt, Hatshepsut había llegado al cenit de su gobierno. La primera narración de una expedición a estas tierras se remonta al 2500 a. C.; fue enviada por el faraón Sahura, de la dinastía V de Egipto, para traer maderas preciosas, mirra, electrum (una aleación de oro y plata), monos y enanos.
        También Pepi II, faraón de la dinastía VI, decidió enviar un barco al país de Punt, «un lugar situado en la costa de Somalia. El punto de embarque debía encontrarse sobre la costa asiática del mar Rojo» (E. Driotón, J. Vandier, 1964).
Mentuhotep III, de la dinastía XI, envió otra expedición la cual quedó registrada en inscripciones grabadas en las rocas del valle de Uadi Hammamat.
El canciller Henu mandó una expedición de tres mil hombres; su inscripción relata:
Fui enviado a conducir barcos al país de Punt para traer al faraón especias fragantes que los príncipes del país Rojo recolectan profusamente puesto que entusiasman a todas las naciones. Y partí de la ciudad de Coptos pues Su Santidad ordenó que los hombres armados que debían acompañarme debían ser del sureño país de los Tebanos

EL QUEBRANTO


EL QUEBRANTO


"Durante el Imperio Antiguo 2300 a.C. los egipcios desarrollaron los primeros barcos de madera dejando atrás los barcos construidos con haces de juncos de papiro. La construcción de estas nuevas embarcaciones se hacía ensamblando la tablazón con un sistema que mantenía las tablas unidas con junturas engranadas de caja y espiga con ligazones sin la utilización de esqueleto (quilla y cuadernas), puesto que sus barcos se construyeron para navegar por las tranquilas aguas del Nilo y no necesitaban cascos con estructuras especialmente sólidas que tuvieran que resistir el fuerte oleaje en mar abierto.

Pero el contacto con los fenicios y el conocimiento de la existencia de otros pueblos les llevó a establecer relaciones comerciales para lo que fue necesario aventurarse a navegar por el mar. Por aquel entonces, los maestros de ribera egipcios habían comenzado a probar en el mar las naves de madera de acacia y sicómoro. El principal problema de estos barcos era que no disponía de esqueleto, por lo que provocaba serios problemas a la hora de conseguir una adecuada rigidez longitudinal que le permitiera resistir los fuertes embates del oleaje, esto es que el principal problema era el quebranto que sufría el casco al remontar olas de una cierta magnitud.



El quebranto es la deformación que se origina en un casco cuando la parte media de este se sitúa sobre la cresta de la ola, y la popa y la proa quedan en el aire y caen al no estar sumergidas. Esta deformación somete al casco a importantes esfuerzos y, en los barcos de la antigüedad, provocaba su rotura súbita o terminaba por dañar su estructura, causando vías de agua.
Para solucionar este grave inconveniente los fenicios desarrollaron mas tarde la quilla, pero los árboles egipcios no tenían el suficiente grosor y longitud, por lo que los carpinteros egipcios idearon un sistema a base de ligazones transversales y un cabo grueso de muchos cordones que discurría longitudinalmente a lo largo de la línea de crujía, sostenido y guiado por unas horquillas. Este cabo se aferraba a la proa y a la popa, y se tensaba torciéndolo  mediante una palanca o tortor insertado transversalmente en los cordones. Este ingenioso sistema hacía las funciones de una quilla a la inversa, ya que sostenía a la proa y a la popa en la cresta de las olas, aumentando considerablemente la resistencia longitudinal del casco. También mejoraron la resistencia general del casco reforzando las tablas de y las ligazones e incrementaron la altura del francobordo para evitar que las olas barrieran la cubierta." 




Bibliografía
SANTÍSIMA TRINIDAD
HISTORIA DE LA NAVEGACIÓN
Ediciones Altaya, S.A.

ALARCOS (una pequeña gran historia)


ALARCOS

        "Para Ciudad Real el topónimo de ‘’ALARCOS’’, debe de considerarse imborrable, dado que, al no ser por la decisión tomada por Alfonso X El Sabio en 1255, esta ciudad debería estar en el denominado ‘’cerro de Alarcos’’, junto al río Guadiana. En cambio siempre que hacemos referencia a dicho topónimo nos viene el recuerdo de la célebre batalla que lleva su nombre, la cual representa una página negra en la historia de nuestra Reconquista, derrota que sufrió Alfonso VIII aquel 18 o 19 de julio de 1195.
        El topónimo de ‘’ALARCOS’’ parece ser que proviene de un antiguo  pueblo de la  Oretania, identificado por Ptolomeo como Lacuris aunque otros autores más modernos  Madoz, Coello, Blazquez, Hubner y Cea Bermúdez le llaman Llarcuris o Larcuris, pero sin duda fue el nombre que tuvo en la edad media una villa y su castillo, que los árabes denominaron Medina Al-Arak.


        En 1194 Alfonso VIII envalentonado por las victorias conseguidas contra los almohades decide dirigir un mensaje al emir de Marrakech Abu Yaqub Ben Yusuf Al Mansur, desafiándole. El califa desembarca en Al Yazira Alhadrá (Algeciras) en junio de 1195 al frente de un poderoso ejército mezcla de árabes, bereberes y negros, que mas tarde se dirigiría hacia Qurtuba (Córdoba), engrosando su ejército a lo largo de su itinerario con muslimes (musulmanes) venidos de Turiola , Auriola, Lacant, Lorca, Elixe, Yayyan, Bayyasa Anduxar, Elbira , Wadi-Ax Anticaria, Sidonia, Libla, Arcos*, Marida. El rey cristiano recibe la noticia en Toledo y decide llamar sin pérdida de tiempo a los reyes de León,  Navarra y Aragón para defender ’’la  causa de la  Cristiandad’’ conviniendo el encuentro con ellos en Alarcos  por ser plaza fronteriza con Al-Andalus. Mientras tanto el emir se dirige hacia la línea fronteriza saliendo de Córdoba el 4 de julio de 1195 atravesando el puerto del Muradal (Despeñaperros), llega a las inmediaciones de Alarcos donde le espera Alfonso VIII.

        El lugar elegido par la acampada de las huestes del emir era conocido como Dar-al-Bakar (Corral de Calatrava) situado a un cuarto de legua de Karakay (Caracuel), al abrigo de sus fortificaciones, y a algo menos de dos leguas de Medina Al Arak. Al-Mansur ordenó que en la alborada del  día 18 de julio avanzaran un cuarto de legua, hasta situarse a la vista de Alarcos, como a dos tiros de flecha. Se harían notar mas no todo el ejército se dejará ver.
        Al rayar el alba se advirtieron desde Alarcos los primeros movimientos de los muslimes, el rey cristiano, impaciente, impulsivo, apasionado y vehemente ordenó el despliegue de su ejercito en contra de los consejos de sus caballeros, partidarios de la espera a las tropas del rey de León que acampaban en Talavera. Las tropas del rey castellano se desplegaron por la ladera hasta el llano y, por los flancos, desde el cerro del Despeñadero hasta la margen izquierda del río Guadiana.

       Así todo expuesto a la vista, el ejército cristiano impresionaba. Los rayos del sol arrancaban destellos de las relucientes corazas, de los yelmos y bruñidas adargas y hasta de las puntas de las lanzas. Los caballos, cubiertos de malla con chapas de hierro, eran auténticas moles, los caballeros ocultaban las lorigas o las cotas de malla bajo sus manteos.
Al menos llevaban dos horas los cristianos expuestos a un sol inclemente, cuando éste llegó a su cenit. El sudor corría por los rostros, entraba en los ojos, empapaba las barbas; las corazas y yelmos abrasaban, los caballos piafaban sedientos. Cuando pasó la mañana y el sol empezó a declinar, muchos caballeros habían caído ya desvanecidos. Las acémilas no dejaban de transitar entre las filas de soldados con sus aguaderas, pero no daban abasto**.

        Mas los sarracenos no se movieron ni una pulgada. Cuando el rey Alfonso VIII vio que su ejército estaba desfallecido y que Al-Mansur no aceptaba batalla campal ese día, ordenó el repliegue al campamento y tras las murallas.
        La sorpresa fue inimaginable cuando al amanecer del siguiente día descubrieron al ejército musulmán, desplegado en perfecto orden de batalla, ocupando los mismos terrenos en que ellos habían formado el día anterior. Salió bien el forzar la retirada de las huestes de la Cruz, porque de esta forma quedaba para ellos el cerro de La Cabeza, y tras él podía permanecer oculto el emir con parte de su ejército y parecer que los dos ejércitos se asemejaban, pero en realidad el ejército musulmán doblaba  al cristiano en número.

        Las tropas castellanas pusieron en movimiento un escuadrón de sus huestes a caballo, vestidos de hierro, y sus jinetes, protegidos por escamadas lorigas y fuertes morriones, acometiendo con gran crujir de armas y embistiendo con todo el arrojo de que eran capaces contra el ejército almohade, y entonces cuando la carga de la caballería cristiana venía desatentada, a medio camino, los arqueros agarenos, lanzaron una densa nube de flechas, causando gran mortandad, los jinetes cristianos al fin alcanzaron las primeras filas musulmanas chocando contra ellas y espetando a sus caballos contra las puntas de las lanzas sarracenas.
        Se acometieron las huestes en aquella abrasada tierra con espantoso alarido. Las grandes nubes de polvo ocultaron el sol que tornó el día oscuro y junto al calor sofocante volvió las bocas como estopas pegando la lengua al paladar y atenazando las gargantas.

        La lucha se hacía cada vez más encarnizada. Llevaban horas de esfuerzo inhumano bajo el inclemente sol de julio. El polvo se pegaba a la piel empapada en sudor de los contendientes, y las gotas que manaban bajo los almetes y corrían por sus rostros marcaban surcos hasta las comisuras de los labios resecos. La tierra bebía sedienta, sedienta, la sangre vertida. Se peleaba pisando los cuerpos caídos y saltando por encima de las caballerías reventadas. Los cadáveres llegaban hasta la orilla del río y algunos eran arrastrados por la corriente.
        Los caballeros cristianos que se habían adentrado hasta el corazón del ejército enemigo y que por un tiempo vieron al alcance su victoria, al caer en la cuenta de que no era el emir Al-Mansur a quien habían arrebatado la vida, sino a su visir y viendo que todo se malograría si no salían de aquel avispero comenzaron a huir tratando de alcanzar la falda del cerro de Alarcos para acogerse al amparo del rey  Alfonso y su caballería; mas ya el ejercito musulmán los había envuelto y cortado el paso.
        El ala derecha de los andaluces se abrió para describir el círculo que cerraría la pinza entrando a saco en el campamento cristiano arrancando los pendones castellanos y plantando las banderas sarracenas. El emir Abu Yaqub Ben Yusuf Al Mansur al frente de su ejército se dirigió hacia donde se encontraba el rey castellano cebándose en dar alcance a los que huían haciendo atroz matanza, “había llegado la hora de la verdad para el arrogante don Alfonso”."


**según la disposición del ejercito cristiano estuvieron todo el tiempo de cara al sol


   

   

   

   




Bibliografía: SANTA MARÍA DE ALARCOS
                    Jorge Sánchez Lillo
                      INSTITUTO DE ESTUDIOS MANCHEGOS

             LA FORTALEZA DE ALARCOS
                              Carmen Panadero















¿Por qué CIUDAD REAL?


Desconocemos el estado demográfico y la actividad que pudiera tener ALARCOS por los años veinte y treinta del siglo XIII, sin embargo podemos intuir la importancia estratégica que pudiera suscitar a la corona de Castilla debido al  interés que mostró su rey Alfonso VIII ya que determinó hacia 1194 reforzar la villa con murallas y quedando al mismo tiempo protegida por el castillo. Tras el desastre de la batalla de Alarcos y su posterior recuperación al ser reconquistada en la batalla de las Navas de Tolosa por el propio rey Alfonsa VIII, la reconstrucción de la villa de Alarcos tropieza con varias dificultades, la muerte del rey, los territorios de su reducido alfoz estaban en manos de nobles y señores, los intereses de la Orden de Calatrava.
Durante el reinado de Fernando III se llevan a cabo esfuerzos para la repoblación de Alarcos; empeño que siguió su hijo Alfonso X El Sabio sin duda por el valor estratégico.
Sin embargo, al mismo tiempo que se intentaba repoblar Alarcos también se iban repoblando otros lugares dentro y fuera de su término.
“Santa María de Alarcos”. Jorge Sánchez Lillo

El origen de la Puebla de Pozuelo se debe a la decadencia de la ciudad de Alarcos. Fuerte impulso recibió esta aldea, llamada entonces Pozuelo Seco, por parte de Fernando III el Santo, de su esposa y de su madre la reina Doña Berenguela. A dichos personajes, según las crónicas, es atribuida la ampliación de la ermita de Santa María (hoy catedral). El encuentro o “vistas” de los personajes citados anteriormente en el año 1245 se vieron prolongadas durante varias semanas, lo cual daría lugar a la diaria visita a dicha ermita.
“Ciudad real siete siglos a través de sus calles y plazas”. José Golderos Vicario  




Se  deduce por el hecho histórico acaecido en (1242 según Juan de Mairena) o en (1244 según Modesto Lafuente) cuando después de batallar con los musulmanes en tierras de Jaén volvió, con su ejército salvo, a Córdoba, “D. Femando III El Rey, venido el invierno, se fue al Pozuelo do su madre Doña Berenguela era llegada con deseo de velle y comunicalle algunas puridades por ser ya de muchos años y estar en lo postrero de su edad, expuso doña Berenguela, cuán grave y pesada carga era ya el gobierno de tan vasto reino para una mujer agobiada con el peso de los años, concluyendo con suplicar a su hijo la permitiese retirarse ya a un claustro o a otro lugar tranquilo para prepararse a una muerte quieta y sosegada. Detuvose con ella y por su causa en aquel lugar, quarenta y cinco días. Estos pasados, Dona Berenguela se volvió á Toledo, el Rey á Andújar y la Reyna su muger que le hacía compañía, se quedó en Córdova”.
La ”Crónica de Fernando III y Alfonso X” dice que “ e salió ende luego (San Fernando que estaba en Córdoba é llego a un lugar que se dicen el Pozuelo que agora dicen Villarreal que hizo gran villa después el rey D. Alfonso, su hijo….”.Y también las “Memorias de Fernando III” recogen las vistas del Rey con su madre aquí en el Pozuelo de Don Gil :“no pudiendo evitar la resolución de la Reyna, determinó salirle al encuentro, y excusarla a lo menos mucha parte de cansancio. Con esta idea partió de Córdoba y encontrar la Reyna, como lo logró en el Pozuelo, que después se llamó Villarreal,….”. Está claramente demostrado que Fernando III y su madre doña Berenguela, se entrevistaron en Pozuelo de Don Gil.                                                                                                                              

No hay documentos que hagan referencia al estado demográfico ni tampoco de la actividad que pudo tener la humilde aldea, sin embargo, cabe suponer que fue donde se estableció la base o acuartelamiento de las tropas (Hermandad), que perseguía a los ya citados golfines y tal vez fuese una aldea de postas y descanso para viajeros por disponer de abundante agua y ser cruce de caminos y que era un lugar pacífico,
Durante las décadas de los susodichos años veinte y treinta, hacen su aparición cierto grupo de bandidos llamados los golfines, quienes llevaban a cabo correrías por todos estos y otros territorios. Para poner fin a este pillaje y violencia, Fernando III el Santo autoriza a un “rico home” de su corte llamado Don Gil para que formase un pequeño ejército y fuera en persecución de tales bandidos. Las fuerzas castellanas que iniciaron la persecución contra los golfines, se dividieron en tres cuadrillas al mando de padre e hijos: Don Gil, Miguel Turro y Pasqual Ballesteros estableciéndose en Pozuelo, Ventas con Peña Aguilera y Talavera. (Tal vez el encargo real fue la creación de una Hermandad).
“Santa María de Alarcos”. Jorge Sánchez Lillo

Pozuelo Seco empezó poco después a llamarse Pozuelo de Don Gil, cuyo nombre tomó de un rico caballero castellano, vecino de Alarcos, debe desecharse la idea de que el tal Don Gil fuera el fundador del lugar, pues nació muchos años después de la existencia de Pozuelo Seco, viviendo en Alarcos y que tras la creación de las cuadrillas encargadas de la persecución de los golfines se estableció en Pozuelo contribuyendo a su progreso mandando hacer un pozo notable entre otros proyectos.
 “Ciudad real siete siglos a través de sus calles y plazas”. José Golderos Vicario  

Los golfines fueron la causa última que desencadenaría la creación de ligas de propietarios particulares, al articularse unas asociaciones que garantizaran las explotaciones en el yermo. El término golfín designaba al bandolero que actuaba en grupo en las regiones antes mencionadas, entre los siglos XIII y XIV, aunque el fenómeno del bandolerismo endémico de este área no se erradicaría totalmente hasta bien entrado el siglo XIX, y aún después.
El nacimiento de la Hermandad de Villa Real! como la del resto de sus homónimas, posiblemente se remonte a la primera mitad del siglo XIII, debido a las especiales circunstancias que concurren en la frontera sur del Tajo durante la Reconquista. La inestabilidad de esta línea defensiva, a lo largo de todo el siglo XII, la conquista de Toledo por Alfonso IV en 1085, y la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, supusieron un fuerte empuje a la expansión castellana, cuya debilidad se evidenciaría ante la incapacidad de resistir a la presión almohade y a las continuas razzias musulmanas.
En condiciones tan extremas de supervivencia, el control sobre los asentamientos poblaciones de este límite meridional castellano fue dejado por los soberanos cristianos en manos de las Órdenes Militares.
Se confiaba su defensa a los caballeros mediante el procedimiento de donar tierras a los maestres claveros, quienes a su vez nombran a los comendadores de castillos y plazas fuertes; dichos caballeros y sus descendientes defienden a los escasos labradores, pastores y cazadores de las incursiones islámicas, obteniendo por ello ciertas rentas de los colonos.            
La organización territorial de La Mancha queda, de esta forma, en manos de las Órdenes de Santiago, San Juan y Calatrava, siendo los territorios toledanos confiados a la Mitra arzobispal y al señorío de la propia ciudad de Toledo.
Los continuos enfrentamientos bélicos y escaramuzas de la zona propiciaron la existencia de los golfines, designación que englobaba a desertores, proscritos de uno u otro bando, malhechores de todo tipo que se amparaban en el fragor de los montes de la frontera cristiano—musulmana para perpetrar sus fechorías. Sobrevivían gracias al conocimiento del terreno y las exacciones a colonos y viajeros, debido a la inexistencia de una autoridad efectiva en el despoblado. Sus correrías, en grupos numerosos, amedrentaban a los esporádicos pobladores de cabañas y aldeas, quedando a su merced colonos y haciendas.

 El pillaje a que eran sometidos colmeneros, leñadores, cazadores, pastores, pequeños labradores y trajinantes amenazaba su misma supervivencia, por lo que era imperiosa una decidida actuación que impidiese los frecuentes atropellos de estos forajidos fronterizos. La falta de garantías de que las instancias superiores, reales o señoriales pudiesen hacer frente a esta situación de indefensión determinaría la asociación espontánea de propietarios apícolas para defender al personal asalariado que hacía posible dicha explotación.
RUMEU DE ARMAS asegura que:
“El espíritu de fraternidad llegó a tales extremos que hasta los golfines, salteadores y malhechores refugiados en los Montes de Toledo, se constituyeron en cofradías y hermandades...contra ellos formó Alfonso VIII, después de la batalla de las Navas de Tolosa, hermandad o junta de vecinos honrados, para su propia defensa, y Fernando III la organizó el año 1245 en Villa Real y Talavera, puntos estratégicos contra las correrías de aquellos merodeadores, más adelante, en las Cortes de Sevilla de 1250, condenó y prohibió todas las hermandades, cofradías o ayuntamientos hechos a mengua de la tierra y del servicio real, alentando las buenas Hermandades, esto es, las consagradas a la seguridad personal de los campos y caminos..

Por lo que atañe a la asociación de Villa Real. La tradición apócrifa, recogida en un preámbulo de los Estatutos de 1792, cuajado de anacronismos e inexactitudes de todo tipo, puntualiza que en el año 1243 de la Era, estando Fernando III en Pozo Seco, tuvo noticia del robo a su comitiva en el puerto del Milagro (Toledo), camino de Andalucía.


Espoleado por este incidente, ordenó a don Gil que sus dependientes preservasen en adelante este área de los forajidos; el propio don Gil se encargaría del yermo en torno a Pozo Seco —futura Villa Real—, enviando a sus dos hijos, Pascual Ballesteros y Miguel Turro, a velar el primero los Montes de Toledo y el segundo a hacer lo propio en la Jara talaverana, pues era inexcusable el que “con algunos otros caballeros y labradores se empleasen en extinguir los citados golfines, corno ya estaban practicando”. De esta manera, se conciliaba el origen en Villa Real del Triple Instituto con el pronto respaldo regio a dichas corporaciones, lo que daba mayor prestigio ante un Consejo de Castilla que por entonces cuestionaba la posibilidad de su abolición, sin olvidar de hacer patente la primacía de la entidad manchega sobre el resto de los tribunales coaligados.
Pero esta hipótesis, basada en una tradición apócrifa de dudosa autenticidad, ya recogida en las Ordenanza de la Hermandad de Villa Real de 1435, tal vez con el larvado propósito de acallar las protestas de los pecheros ante el monopolio oligárquico de los oficios más preeminentes de la corporación, es poco verosímil. Aunque existen ciertos paralelismos toponímicos en el área de la Jara con el nombre de los magnates de Pozo Seco, parece improbable que en Toledo y Talavera se aceptase la supeditación a caballeros de cuantía forasteros de un rango tan poco elevado. Tampoco hay que menospreciar el hecho de que cualquier referencia a estos supuestos orígenes son ignorados por las Hermandades toledanas, citándose únicamente en todas ellas al famoso golfín Carchena y sus correrías por la Jara, ya en pleno siglo XIV.
Comúnmente se ha aceptado que la entidad de Villa Real seria posterior a sus homónimas de allende del Tajo basándose principalmente en dos argumentos: la unidad de toledanos y talaveranos formalizada en 1300, a la que se sumarían los manchegos dos años después; y las cartas de privilegio de 1220, ya mencionada, junto a la de 17 de junio de 1173, en la que se excusaba a los saeteros de Talavera de tributar, debido a la fidelidad mostrada ante las incursiones musulmanas. Por otro lado, el tribunal de Toledo siempre esgrimió la sobrecarta de 1220 para justificar una preponderancia jerárquica cimentada sobre la calidad de sus miembros.
MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR
PRESENTADA POR

Miguel Fernando Gómez Vozmediano
  
 Difícil es determinar cuando se le concedió a Don Gil, el privilegio de incorporar a sus posesiones, si  es que las tenía, la aldea de Pozuelo y desde cuando pasa a llamarse Pozuelo de Don Gil, todo apunta a que fue por denominación popular ya que si fue él quien costeó un pozo que abasteciera de agua una zona en la que supuestamente escaseaba, lógicamente fue un acontecimiento notable.
   Lo cierto es que pertenecía al término de Alarcos y que con la presencia de aquel “rico home” sufre su primera variación toponímica.
                                                                                                                             “Santa María de Alarcos”. Jorge Sánchez Lillo

La leyenda de los Golfines

Algunos sitúan su procedencia en tierras galas relacionándolos con los Delfines de Francia, de una derivación del apellido Holguín como explica esta vieja coplilla que dice: “Aquellos de aquellas flores / son los que llaman Holguines / que en Francia fueron mayores / pues vienen de los Delfines / de quien tomaron valores.” Otros explican que etimológicamente podía provenir de la palabra Wolf o Wulf, lobo en antiguo sajón y la última les dan unos orígenes de pillaje y robo, he aquí esa historia.
Después de la cruzada contra los moros promovida por el rey Alfonso VIII de Castilla en el año 1212 d.C., muchos guerreros del centro de Europa que les habían acompañado decidieron establecerse en la península. Algunos de estos guerreros, al carecer ya de oficio y sin medios de sustentación, aprovecharon ésta época de inseguridad originada por las disputas por la sucesión al trono, para saquear en caminos y robar ganado, sobre todo ovejas merinas, sembrando el terror por tierras entre el Tajo y Sierra Morena. A estos caballeros, diestros en armas que se hicieron inmensamente ricos y fundaron numerosas casas fuertes, se les denominaba golfines y llegaron tener su propio rey “Carchena”.
Por aquel entonces, el Concejo, principal órgano de gobierno de la villa de Cáceres, se reunía a la salida de misa matinal, en Plaza de Santa María, a las puertas de la iglesia, donde resolvía sobre todo pleitos y disputas cotidianas de la villa, y también los asuntos correspondientes al Honrado Concejo de la Mesta, organización de ganaderos muy poderosa en aquella época, que defendía a sus miembros cuando los ganados trashumantes se desplazaban por las cañadas reales, donde las dehesas de Cáceres eran de las más importantes.
En una de esas reuniones para intentar poner remedio a los continuos pillajes de ovejas merinas, se hallaba don Gómez Tello, Alcalde de Cáceres y uno de los doce Hombres Buenos que formaban el Concejo de la Villa, y dijo:
“Ante tantas actuaciones de los llamados golfines, alterando el orden en nuestros caminos, campos y montes, saqueando y robando el ganado de nuestros pastores y de los rebaños trashumantes, debemos por ello movilizarnos y perseguir dichos delitos y con la ayuda de la Hermandad de los Montes darles captura y digna justicia según costumbre antigua.” -Y así quedó dicho.-
Pero ello aquí, que cerca, escuchando todo lo que en la reunión se había expuesto, pues era pública y abierta, se hallaba espiando y tramando su próxima fechoría, uno de los capitanes de los llamados golfines, de nombre Alfón Pérez. Y al término de la sesión, siguió de cerca a don Gómez Tello, no sabemos bien con qué intención, pero ésta se vio interrumpida porque al encuentro del Alcalde salió una  joven y bella dama, y el capitán al mismo instante de verla quedó prendado de ella. Esa joven dama no era otra si no la hija de Gómez Tello, de nombre María.
El ladrón y asaltador de caminos, siguió volviendo frecuentemente a la villa, y mediante encuentros casuales fue cortejando a la hermosa doncella de grandes ojos y cabellos negros. Poco a poco el amor iba floreciendo entre el capitán de bandoleros y la hija del alcalde. Hasta que un día María se confiesa a su padre:
“Padre, es para mí una alegría darte la noticia de que estoy enamorada, mas siento tristeza por ti pues ese joven caballero lleva por nombre Alfón Pérez.”
El padre al darse cuenta de quién era, o sea un golfín, entro en cólera, y le respondió:
“Hija mía, a vos prohíbo volver a ver a es golfín, ese hombre que decís amar es un ladrón y un rufián y sólo busca tu perdición, tu deshonra.”
El respetado alcalde, no estaba dispuesto a que su dulce hija casara con personaje de tal calaña.
Pero la joven doncella que correspondía fervientemente a su amor y el capitán bandolero que le prometió que no nunca renunciaría a ella, se personó una mañana en la casa del alcalde dispuesto a pedir la mano de su amada:
“Ante vos me presento con las manos abierta y como única arma mi corazón, espero no ofenderle ni avasallarle por mi osadía, más cuando vengo de sincero y puro a pediros la mano de vuestra hija, y si no me la dierais muerto o preso he de yacer, dios mediante.”

Ante tan imprevisible suceso, Gómez Tello, como persona sensata y por amor a su hija María, aunque creyendo que el bandolero no lo cumpliría le espetó:
“Te doy mi consentimiento y bendición para que cortejes a mi hija, pero antes deberás limpiar tu nombre, reconocer a la autoridad y ennoblecer tu sangre, ganándote el respeto del rey, la nobleza y el pueblo. Cuenta para ello con mi prestigio y rango social, y cumplido esos requisitos formaras parte de mi familia a través de dichos esponsales.”
“Sean Dios y vos testigos de mi juramento,  que así lo haré, por el amor que procedo a su hija María.”- Respondió el capitán de bandoleros.-
Así gracias a la intercesión de don Gómez Tello ante el Concejo, a la política pacificadora iniciada por la Corona, que concedió el perdón a algunos Golfines a cambio del apoyo a determinados reyes o villas y sobre todo al amor de su amada; como  el rufián Alfón Pérez pasó a ser Alfón Pérez Golfín, un hombre respetado, un luchador honorable y por su valor en el campo de batalla fue dignamente recompensado con títulos y bienes.
Don Alfón Pérez Golfín, primer Golfín cacereño, y doña María Gómez Tello se desposaron en la villa de Cáceres, establecieron su residencia sobre el antiguo hogar de los Gómez Tello, hoy Palacio de los Golfines de Abajo,  y tuvieron varios hijos, dando así comienzo a uno de los linajes más ilustre de la nobleza cacereña
    Escrito por:   Jesús Sierra
Fuentes:   Antonio Bueno Flores
                 José R. García Arroyo
Mª José García Berzosa
                 Patricia Edwards Rokowski
                 Francisco Acedo

                 José M. Sánchez Benito

           Uno de los problemas que preocupaban al rey Alfonso X el sabio era precisamente las relaciones con las Ordenes Militares de Santiago, San Juan y, sobre todo, con el Maestre de Calatrava cuyos dominios eran enormes, no se podía pasar desde Toledo a Córdoba por los camino más transitables sin que forzosamente se hiciera posada en territorios de las Ordenes Militares y muy especialmente en los de Calatrava. Alfonso X El Sabio conocía la realidad y la importancia de ello y era lógico que pensara en fundar una villa independiente y fiel a la corona de Castilla. Y otorgando fueros y privilegios, hace llamar a las gentes de estas tierras y de todos sus reinos para que acudiese a repoblar Alarcos.


Hacia mediados de enero de 1254 Alfonso X

-”Otorgo e doi e franqueo a todos los cristianos pobladores que moran en Alarcos de los muros adentro…; de todo pecho, de todo pedido, salvando ende, moneda fonsadera e yantar…; esta merced les hago para que pueblen bien mi villa de Alarcos”  
-“Otorgo y doy y concedo con generosidad y libero de tributo a todos los cristianos pobladores que viven en Alarcos de los muros adentro…; de todo pacto, de todo donativo (al reino), exceptuando de esto, tributo por gasto de guerra y tránsito real…” esta gracia o dádiva les hago para que pueblen bien mi villa de Alarcos”
             Sin embargo, todo intento de poblamiento de Alarcos fue inútil; así lo reconoce el propio rey cuando otorga la Carta Puebla fundacional: (Burgos, 20 de febrero de 1255)
“Santa María de Alarcos”. Jorge Sánchez Lillo


            Cabe destacar los trabajos de Luis Rafael Villegas sobre el urbanismo medieval de Ciudad Real y sobre la Edad Media en esta ciudad; En la Historia de Ciudad Real, al contrario de lo que ocurre en otros muchos temas de la Historia, tenemos una fecha concreta para su principio. Esa fecha es 1255, el año de la fundación de dicha ciudad por Alfonso X, bajo el nombre de Villa Real. Esto lo señala la Carta Puebla recogida en el Archivo del Ayuntamiento de Ciudad Real: «XX días andados del mes de Febrero en era de mil é doscientos é noventa é tres annos en el anno». A la fecha dada hay que restarle 38 años por estar expresada en era hispánica, lo que nos da 1255. Pero la historia de Ciudad Real, como se aprecia en la misma Carta Puebla, está ligada a la de Alarcos, pues Alfonso X decide construir una nueva ciudad ante la imposibilidad de repoblar el cerro. Pero la nueva ciudad no se va a fundar en un sitio despoblado, sino sobre una aldea de Alarcos: Pozuelo de Don Gil (<<mandela poblar en aquel lugar que dicen el Pozuelo de D. Gil»). De esa aldea son pocos los testimonios que nos quedan.
              Delgado Merchán nos señala que existía por lo menos desde 1242, cuando se documenta que en esa aldea se produjeron las vistas entre Fernando III y su madre Berenguela. También nos señala que existía desde hacía tiempo una emigración desde Alarcos a esa aldea y de la existencia de Don Gil como un «rico homne» de Castilla. La existencia de Pozuelo de Don Gil está confirmada por los documentos fundacionales de Villa Real, pero ¿dónde situar esta aldea? La tradición ha señalado como centro de dicha aldea la actual Plaza del Pilar, pero Villegas señala que ese no sería el centro, sino más al Oeste, alrededor de la iglesia de Santa María, actual catedral y posible antiguo centro de la aldea primitiva. Ocuparía las zonas de las calles Real, Reyes, Caballeros, Infantes… Además Hervás y Buendía nos aporta el dato de que la plaza del Pilar no existía hasta 1505, cuando el concejo compró unas casas con sus solares para formar dicha plaza.  Parece que no había en ese lugar ningún elemento significativo, tan solo un pilón, que indicaba el centro del núcleo primitivo, porlo0 que es más probable que el Pozuelo de Don Gil se extendiera alrededor de la antigua iglesia de Santa María.
            
Como hemos señalado, la fundación de Villa Real en 1255 es uno de los hechos más destacados y estudiados. Son muchas las teorías que se barajaban sobre las razones por las que se erigió esta ciudad. La propia Carta Puebla nos señala como razón la imposibilidad de repoblar Alarcos (<<Después que fuy Rey fuy en Alarcos é vÍ el castiello é la villa é oviera voluntad de poblallo é facer hy gran villa é bona é porvé de facerlo por todas guisas é non pude e fallé que assí lo provaron los otros Reyes que fueron antes de mí é non pudieron», porque “ca era lugar muy doliente é por ningúnalgo nin por franquicia y fincar ca non hy podían vivir ca se pierden de muerte”, determinando “por bien pues que aquel logar (Alarcos) seermanabaque la tierra non se ermase e quis que oviera hy una gran villa é bona que corriesen todos por fuero eque fuesse cabeça de toda aquella tierra é mandela poblar en aquel lugar que dicen el Pozuelo de D. Gil, e pusele nombre Real; y yo,”Rey Alfonso otórgoles é doles para siempre jamás e a todos los moradores que fuesen en esta Villa-Real la sobre dicha é en todo su término que hayan el fuero de Cuenca en todas cosas»).
            Esta sería la causa última por la que se fundó Villa Real, pues parece que una obra de este calibre debe obedecer a razones más profundas, aunque sin olvidar esta.
         Villegas nos ofrece las cuatro teorías que se habían propuesto antes de la aportación de su tesis doctoral. La primera era la de bastión defensivo para proteger Toledo de los ataques musulmanes; la segunda, de mermar el poder de la Orden de Calatrava; la tercera, ser un islote de apoyo a las acciones contra Al-Ándalus; y la cuarta, repoblar el territorio. Villegas desmonta todas estas hipótesis señalando que no hay problemas a mediados del siglo XIII con los musulmanes para proteger Toledo, que la repoblación se solía encomendar a las Órdenes Militares, que las acciones contra AI-Ándalus no son tantas como para situar un islote como Villa Real, y que para mermar el poder de la Orden de Calatrava en la zona no es necesario construir una ciudad, hubiera bastado con las pequeñas aldeas que ya había.


             No obstante, los testimonios que tenemos de la muralla y de las puertas de acceso también contribuyen a eliminar algunas de estas hipótesis, pues se desecha por completo la función defensiva de Villa Real. Hay testimonios de que todavía a fines del siglo XIII se estaba trabajando en ella, lo que nos indica que la función defensiva no parece ser la más destacada. Además si fuese un recinto defensivo, no se hubiese elegido un lugar tan llano, donde las posibilidades de defensas naturales son escasas, ni un perímetro tan grande para el recinto defensivo, ya que para defenderlo se necesitaría una gran guarnición. La función defensiva de la muralla no es válida, por lo que las razones defensivo-militares para explicar la fundación de Villa Real no se pueden admitir.
Entre los motivos de qué llevan a la fundación de Villa Real, Villegas ve claro el matiz político-económico. Es un proyecto que ha diseñado Alfonso X meditándolo, no es un elemento más de la repoblación. Si hubiese sido solo eso, se hubiera limitado a cambiar el estatuto jurídico; pero lo que hace es reorganizar el territorio (muralla, trazado de calles, delimitación del alfoz...), e incluso cambiar elementos visibles y simbólicos, como son el nombre. La finalidad de Alfonso X es fundar una ciudad en el corazón de una zona controlada por las Órdenes Militares, pues no debernos olvidar que, aunque Calatrava es la predominante en la zona, la Orden de Santiago tiene fuerte presencia en la Mancha a principios del siglo XIII. Por tanto, el matiz político en la fundación de Villa Real es de enfrentamiento con la Orden de Calatrava: existía una enemistad entre esta y Alfonso X porque la labor conquistadora de este era escasa, lo que perjudicaba a una economía de frontera como era la de la Orden de Calatrava. Las relaciones con esta orden militar empeorarían tras la fundación de la ciudad. El matiz económico viene dado por la importancia de la zona donde se asentará la nueva ciudad como núcleo importante en el transporte de mercancías, es decir, como nudo comercial, algo que analizaremos en otros apartados. Sin embargo, sin olvidar la importancia del comercio, la vida económica de la ciudad tiene en la industria su máximo potencial, en especial la textil, es decir, en la nueva ciudad destacaba más la industria que el comercio. No debemos olvidar que bajo el reinado de Alfonso X se potencia la Mesta, institucionalizándola, por lo que es fácil ver la relación entre la potenciación de esta nueva institución y la industria textil, principal actividad económica en Ciudad Real a lo largo de la Edad Media.
Por último, también se debe relacionar la fundación de Villa Real con la realidad de la época. La fundación de Villa Real obedece a la tarea repobladora de Alfonso X, que no solo se basaba en colonizaciones, sino en perfeccionar y completar el doblamiento de tierras repobladas anteriormente, teniendo gran importancia dos elementos: reagrupamiento para crear una red urbana y la presencia del realengo en territorios de fuerte presencia señorial o de Órdenes Militares.
CUADERNOS DE ESTUDIOS MANCHEGOS, 37
PP. 47-73, 2012
ISSN: 0526-2623
CIUDAD REAL. NÚCLEO URBANO MEDIEVAL
ANTONIO TOMÁS ANAYA FERNÁNDEZ